Cuerpos caducos.
Caja vacía, fin de la curiosidad.
La devaluación del interés.
Sobreexposición de piel,
de besos que saben siempre igual,
de juegos que sólo apetecen cuando no se pueden jugar.
Mañana más.
Mañana mejor.
Mañana.
De lejos el deseo sabe a fresas salvajes,
a estrellas fugaces;
flores de cerezo en las que se pierde la vista
un día.
Si estuviera más lejos,
inalcanzable,
sería la obsesión,
la llama que siempre calienta,
la sonrisa eterna.
Pero estoy.
Estoy y me decoloro a ratos.
Desaparece el ansia.
La piel se eriza
de frío.
Estoy,
traslúcida y desvaída.
El deseo tiene fecha de caducidad.
El hoy ha perdido su valor
entre caricias de diario.
«Si estuvieras aquí te haría
Todo lo que no te hago porque estás.”
A.