Quiero ser sed en tus aguas,
devorarte con avidez
y saciarme.
Quiero lamer tu sudor gota a gota,
alimentarme de ti,
deslizarme entre tus piernas y deleitarme.
Quiero robarte el éxtasis,
que entre gemidos y espasmos
tu savia se escurra por los pliegues de mis labios.
Quiero lamerte…
que se derrita tu placer en mi boca,
quiero que mueras y renazcas en mi lengua
mientras siento cada latido,
cada profundo suspiro
que emana de la profundidad de tu alma;
fénix sediento de fuego y lava
poseído por la furia del placer desmedido.
Quiero tocarte,
encender cada rincón de ti
lentamente…
que esta deliciosa tortura te embriague,
te supere.
Quiero enloquecerte,
que mis manos toquen tus límites
y desees más y más de mi,
que la piel te sobre y busques mis entrañas;
que mi calor sea tu alimento,
tu guía,
en esta lucha de dos cuerpos que se enfrentan
incesantes e insaciables
sin mas fin que la nada,
ese espacio blanco e infinito donde la fusión es perfecta,
donde el clímax arrebata todo resquicio del ser.
Quiero cegarte del todo,
que no escuches más que el eco de tus ganas;
que llegues al punto en el que no hay retorno
y tomes mis riendas
para domarme,
dominarme por completo;
convertirme en la presa de tus deseos
para entregarme a ti sin medida.
Quiero ser tuya,
que tus brazos me lleven a donde ansío llegar,
allí donde no hay fronteras para el placer.
¡Busca mis barreras y traspásalas!
Llévame a nuevos límites,
que tus manos guíen firmes mis pasos
y que mis gemidos sean la evidencia fiel de tu dulce venganza…
Quiero ser tu herramienta de placer,
sumisa,
obedecer a tus impulsos,
evadirme hasta el punto que tú marques,
sufrir ante la espera de un contacto,
desear tus labios y que me sean negados
sólo para llevarme más allá…
al temblor involuntario
provocado por la necesidad de que me invadas por completo.
Quiero fundirme en ti,
calmar mi sed de tacto con tus manos;
que lamas la humedad que se desliza por mis muslos
mientras mis dedos me dan un respiro
y me deshago entre latidos…
deseando la embestida salvaje,
el preludio del ansiado momento
en el que sólo existe el placer.
Quiero rodearte,
sentir cada centímetro de ti entre mis piernas,
arañar tu espalda y robar tu aliento,
perderme en tu piel y en tu mirada
mientras invades mi cuerpo
y penetras las ansias que te guardo,
para alcanzar el instante deseado,
el grito sórdido del orgasmo final.
Vuelvo lentamente a la realidad
y me encuentro acurrucada entre tus brazos.
No hay un instante más perfecto que este.
Ahora sólo quiero dormir en tu regazo y soñarte.
© Agatha (14/12/10)
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