«La insoportable levedad del ser» me hizo sucumbir ante este autor. Este libro cayó en mis manos gracias a un buen amigo. Le pedí una recomendación, pero no basada en lo que él pudiera pensar que me gustaría, sino simplemente pensando en un libro que le hubiese dejado una huella. Así fue como escuché por primera vez del libro y del autor.
Meses después me dejé caer por una librería y se me cruzó el título de casualidad, por lo que decidí comprarlo. Tras un par de meses más en un estante lo cogí para echar un ojo al primer capítulo y cuando me di cuenta llevaba más de la mitad de las páginas. Lo acabé a los pocos días en otra sesión intensiva. Simplemente no pude despegarme del libro.
Entonces comenzó mi idilio con Kundera. Busqué más títulos y quise saber más del autor. Ahora sólo me faltan un par de obras en la biblioteca y estoy leyendo el quinto libro de los que ya tengo en mi haber.
La aproximación de Kundera a la novela es completamente diferente a todo lo que he leído hasta ahora. Desde la forma de estructurar los capítulos, de desenmarañar la historia, de enlazar a sus personajes; todo es diferente a la estructura típica de la novela, o a la que suele asociarse por defecto a este género.
En primer lugar escapa de los capítulos largos. No encuentras capítulos de 40 o 50 páginas en sus textos, ni grandes descripciones. Si el lector busca ambientarse por medio de la narración (como podría hacerlo fácilmente con Ken Follet) no va a encontrar en su estilo un camino a seguir. Los ambientes no se desarrollan a menos que tengan relevancia para el presente de los personajes, y eso hace que por momentos la historia parezca desmadejada y poco desarrollada. Pero realmente sus novelas distan mucho de ser simples y desordenadas.
Kundera se centra en un tema, uno muy concreto, y utiliza a sus personajes y a sus presentes para mostrarlo al lector de una forma honesta y en muchas ocasiones cruda y alejada de idealismos. No hay heroes ni villanos; no hay un protagonista que crece y evoluciona por medio de la superación de pruebas y dificultades, ni florecen historias de amor improbables y condenadas al fracaso que finalmente, tras muchas lágrimas, logran vencer a todo y a todos en contra de los pronósticos.
En su lugar Kundera nos presenta personajes-personas, tan reales como todos los que aquí participamos y nos muestra su presente. No nos lleva por sus vidas para que tengamos empatía o sintamos repulsión por ellos. Simplemente analiza un fragmento de las personalidades de dichos personajes sin emitir un juicio de valor sobre ellos, dejándonos a nosotros un reflejo de la realidad tangible para que la perfilemos y le demos en nuestras mentes la forma que queramos. Así construye la historia, que no nos habla de la aventura de un personaje singular entre los demás, sino de la condición humana y de sus preocupaciones mundanas, de cosas que todos podemos experimentar.
A pesar de que salta de presentes a pasados e incluso a veces nos adelanta lo que ocurrirá (y eso sin hablar de cuando se sale completamente de la historia y se refiere a los personjes como tales, o lanza un breve ensayo sobre algún tema concreto), utiliza dichos saltos para desarrollar la esencia del tema central que trata en cada novela. Así pasa en «La insoportable levedad del ser» y también en «La ignorancia», en la que el tema sobre el que giran los personajes es la emigración, o en «La identidad» dónde habla de la experiencia del amor y la pérdida de la identidad que lleva asociada. No hablo de los demás libros porque aún no los he leído, pero en general su hilo conductor no es la historia en sí, sino el tema de fondo de la misma, que presenta al lector a través de personajes que no son más que vehículos que muestran distintas caras de, ya no una moneda, sino un poliedro de muchas facetas distintas que comparten una inquietud común. Así es como Kundera construye, con capítulos cortos cargados de dardos punzantes, novelas que atrapan y que maravillan, o molestan, o simplemente duelen… al igual que la vida real.
No es un autor fácil y sin duda se sale de lo común (como Murakami, a quien tampoco puedo clasificar en ninguna categoría). Su aproximación al género es única y eso le hace difícil de leer a veces, pero sin duda es un autor excepcional, que intenta tocar al lector y revolverle de su estado de comodidad para hacerle pensar, aunque sea a través del disgusto, la incomodidad o el rechazo a las ideas que él plantea.
Para mi Kundera es un autor franco y contundente, que te mira a los ojos y se adentra con sus letras en lugares de nosotros mismos que no siempre queremos ver, obligándonos a hacer un ejercicio de autocrítica y análisis de lo que somos. En resumen, un autor que no deja indiferente.
A.
Reblogueó esto en De entre las letrasy comentado:
Interesante acercamiento al novelista y ensayista Milan Kundera.